La Campana de Santa Efigenia

Última actualización: marzo 12th, 2023 - 09:12 am

Desde su formación a finales del siglo XVII, Santa Efigenia fue una de las haciendas más prósperas en la región que comprendía la Villa de San Juan Bautista Cadereyta. 

Era enorme la extensión de tierra que pertenecía al feudo del Capitán don Bernabé Leal, a su muerte, la hacienda pasó a ser de su hijo José Mateo Leal González y posteriormente del nieto José Tomás Leal Cavazos

Después, sorpresivamente apareció propietario el Cura Pedro Antonio de Esnal, a la muerte de este, en 1851, la propiedad agrícola es adquirida en compra por el bisnieto del Capitán Leal, don Damián Leal Leal, desde entonces aunque ya más reducida su extensión de tierra, ha sido patrimonio de los descendientes de su fundador.

Santa Efigenia siempre fue generadora del progreso económico del Municipio hasta muy entrado el siglo actual pues a raíz de la Ley Agraria que dio lugar a la formación de ejidos, perdió la mayor parte de sus mejores tierras, y la Campana, ubicada en la parte superior de los muros exteriores, enmudeció para siempre.

Ya no dejó escuchar el madrugador tanido llamando a los jornaleros para las diarias labores en el campo o en el molino de caña situado en el casco de la hacienda. Pero ahí estaba, era un testigo fiel de la bonanza que en otros tiempos le diera la fama de ser la mayor productora en granos y cargas de piloncillo.

Un día del año 1957, la Campana de Santa Efigenia no amaneció en su sitio, había sido robada durante la noche aprovechando que la hacienda estaba deshabitada, el ladrón, tarde se arrepintió de aquel ilícito furtivo.

El sagaz detective Felipe Reynoso anduvo investigando el hecho delictivo, pero sin obtener resultados positivos; todo hacía suponer que el ladrón no era de esta región, como así sucedió.

Aquel pobre diablo que desprendiera de su sitio Campana que por más de 250 años permaneciera en el mismo lugar fue severamente castigado por la misma pieza de arte sonoro y la aparición de un bizarro personaje montado sobre un caballo de alzada.

Cuentan en aquel pueblo a donde fue a parar la Campana de Santa Efigenia, que por las noches se escuchaba su tanido aún sin tener el badajo, y el ladrón que la tenía oculta, salía del jacal espantado solo para encontrar al jinete aquel que con voz enérgica le ordenaba regresar la Campana al lugar de donde la había robado.

El suceso se repitió por varias noches hasta que el individuo aquel, fuera de sí, con los nervios destrozados y a punto de perder la razón, tomó una hacha y empezó a darle

de golpes a fin de que ya no siguiera martirizándole con el triste tanido que dejaba escapar al encontrarse dormido para despertarse sobresaltado.

La destrozó, pero sus facultades mentales también se destrozaron dejando de ser normales. Fue así como se logró encontrar la Campana, pero hecha pedazos por el iracundo sujeto que pasó sus últimos días encerrado en una celda de un manicomio de Cd. Guadalupe, N.L.

La Campana no volvió jamás a Santa Efigenia, sin embargo, existen testimonios fecha recientes de gente que habita en los alrededores de lo que fue el casco de la hacienda, que en los meses de diciembre y enero se escucha entre cuatro y cinco de la mañana, con toda claridad su tanido, llamando a los inexistentes peones para que enciendan el fuego en el trapiche donde se procesaría la cosecha de caña.

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