Originarios del suroeste de Nigeria, los yoruba constituyen una de las civilizaciones más antiguas y complejas del África occidental. Su estructura social, lenguaje, arte, filosofía y religión florecieron durante siglos antes de la colonización europea. La religión Yoruba reconoce a Olodumare como divinidad suprema, y a través de los orishas, deidades intermedias, se canalizan las energías y principios del universo.

Durante el comercio transatlántico de esclavos, muchos yorubas fueron forzadamente llevados a América. En Cuba, lograron mantener sus creencias vivas mediante el sincretismo con el catolicismo, naciendo así la santería. Esta religión se estructura en torno al culto a los orishas y, especialmente, al proceso de iniciación.
La iniciación Yoruba
El Omó-Orisha: más que un rito, un renacer. Omó-Orisha significa “hijo del orisha”. El proceso de iniciación convierte a una persona (aleyó) en hijo espiritual de una deidad. Este proceso tiene un fuerte valor simbólico: representa la muerte simbólica del viejo yo y el nacimiento de una nueva identidad regida por un orisha tutelar.

La iniciación cumple varias funciones fundamentales:
- Legitima al iniciado como miembro de la comunidad religiosa.
- Establece una red de parentesco ritual.
- Otorga reconocimiento social y espiritual.
- Define jerarquías y roles dentro del grupo.
Este proceso consta de tres grandes fases, siguiendo el esquema clásico de los ritos de paso de Van Gennep: fase preliminal (separación), fase liminal (transición) y fase postliminal (reincorporación).
Fase preliminal: el llamado y la separación
Esta etapa comienza con el contacto del futuro iniciado con la religión, ya sea por razones personales, herencia familiar o problemas vitales. El aleyó busca un padrino o madrina (babalosha o iyalosha), quien lo orientará durante todo el proceso.

Elementos clave de esta fase:
- Consultas oraculares (mediante el diloggún o Ifá) para conocer su destino, su orisha regente y si está listo para el paso.
- Recepción de los guerreros: Elegguá, Ogún, Oshosi y Osun.
- Entrega de la Mano de Orula (solo en el sistema Ifá): determina aspectos fundamentales del destino del iniciado.
- Recibimiento de Olokun (en algunos casos): orisha vinculado con el secreto y las profundidades.
- Rogación de cabeza: limpieza y armonización de la energía del ori (cabeza espiritual).
Esta etapa también establece el vínculo padrino-ahijado mediante la validación oracular del orisha de cabecera.
Fase liminal: el asiento del santo
Es la parte más intensa y secreta del proceso. El iniciado se retira del mundo durante siete días (aunque puede variar) y permanece bajo aislamiento en el igbodú (cuarto de santo), bajo los cuidados de su padrino o madrina.
Rituales esenciales:
- Baño en el río (wo ti omorisha luwe odo): purificación simbólica.
- Lavado de los santos: los otanes (piedras sagradas) de los orishas son lavados con hierbas y preparados.
- Hacer Osain: preparación de las hierbas y cargas mágicas.
- Hacer Ozun: preparación de la deidad de vigilancia y equilibrio.
- Sacrificios rituales: se realizan ofrendas animales como parte de la consagración (chebo).
- El Itá: diloggún ceremonial en el cual se revelan los aspectos fundamentales de la vida del iniciado, sus tabúes, fortalezas y debilidades.
El iniciado también recibe sus collares sagrados (elekes), vestimenta blanca y otras herramientas que lo identifican como Omó-Orisha. Esta etapa marca su transición espiritual, psíquica y social.
Fase postliminal: la reincorporación y el Iyaworaje
Una vez concluida la etapa de aislamiento, el iniciado entra en un período de Iyaworaje que dura un año. Durante este tiempo debe seguir ciertas restricciones (como vestir de blanco, no cortarse el cabello, evitar lugares públicos masivos), y debe reforzar su conexión con los orishas y su comunidad.
Momentos clave:
- Ebó de los tres meses: limpieza de seguimiento.
- Presentación al tambor: fiesta pública donde el iniciado baila para sus orishas.
- Cumpleaños del santo: celebración anual de su consagración.
- Entrega del cuarto (igbodú mi): se reconoce su independencia espiritual dentro de la casa religiosa.
Este período consolida la identidad del iniciado dentro de su comunidad y afianza sus redes de parentesco ritual.
El parentesco ritual y el poder
El Omó-Orisha no solo transforma al individuo en el plano espiritual, sino que también lo inserta en una compleja red de parentesco ritual. Este sistema establece jerarquías, derechos y deberes.
- El padrino o madrina se convierte en padre o madre espiritual.
- Los demás iniciados de la misma casa religiosa son hermanos espirituales.
- Existen jerarquías internas que determinan funciones, roles y liderazgo.
Esta red se entrelaza con estructuras de poder: los babalawos, obás (autoridades religiosas), iyaloshas y oloshas configuran una estructura social que opera tanto en el plano espiritual como cotidiano.
Dimensión económica del ritual
El proceso de iniciación Omó-Orisha representa también un desafío económico. Los materiales, ofrendas, preparativos y honorarios implican una inversión significativa. Sin embargo, este sacrificio económico es entendido como una expresión del compromiso del iniciado y activa mecanismos de solidaridad y ayuda mutua.
El ritual de iniciación Omó-Orisha es un proceso transformador que une lo simbólico con lo práctico, lo espiritual con lo social, y lo individual con lo colectivo. No es simplemente un rito de entrada, sino un sistema de reproducción comunitaria, de reafirmación identitaria y de articulación de poder.
Este proceso, vivido por miles de personas en Cuba y en la diáspora afroamericana, sigue siendo un testimonio vivo de la fuerza de la religión Yoruba y su capacidad para adaptarse, sobrevivir y nutrir espiritual y socialmente a quienes la abrazan.