Última actualización: octubre 7th, 2023 - 10:05 am
La leyenda de Monterrey, una de las más famosas
En los años 70, un padre y su única hija llegaron a Monterrey, Nuevo León, para comenzar una vida juntos. Poco se sabe de su pasado y de lo que les trajo a este lugar. Sin embargo, solo se tenían el uno al otro.
Un detalle importante en esta historia es que la niña no tenía la capacidad de mover las piernas. Dependía totalmente de su silla de ruedas y de las personas que la ayudaban. Por ello, su padre decidió hacerle un regalo que cambiaría definitivamente su vida.
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– Quiero que mi hija pueda andar libremente por la casa”, dijo el padre a El Ingeniero.
-No hace falta decir que esto se puede hacer. De hecho, ya tengo una idea de cuál podría ser la casa ideal para ti.
-Dime qué es.
-Se me ocurre que todo el edificio debería tener rampas para que la niña pueda ir de un lado a otro sin problemas.
-¿Y cómo sería eso?
-Bueno, tendría que ser una construcción tubular, como diría yo. Sería una especie de casa formada por edificios tubulares, ya sabes lo que quiero decir. Por supuesto, tendría que ser grande para que la niña no se aburriera, y con grandes ventanas para poder ver el hermoso cielo de esta tierra.
-¡Vamos, eso es lo que necesitamos! Bueno, tenemos que empezar cuanto antes. Estoy seguro de que mi hija se pondrá muy feliz.
Pasaron semanas, luego meses. Poco a poco, en una parcela vacía, comenzó la construcción de una gran casa. Los trabajadores permanecieron de pie hasta que la luz del sol los abandonó por completo.
Sin embargo, a medida que avanzaban las obras, surgieron tensiones entre los albañiles.
Se sentían cada vez más incómodos y un miedo inexplicable surgía en ellos. De repente, todo empeoró. Las herramientas desaparecían y los trabajadores se culpaban unos a otros hasta que un día se produjo el desastre.
Sólo faltaban unos meses para que la casa estuviera terminada. Sin embargo, la convivencia entre los trabajadores dista mucho de ser buena y deciden reunirse después del trabajo para resolver sus diferencias.
Casi todos resultaron tener grandes cantidades de alcohol en sangre, excepto uno: Alberto, el trabajador más serio y reservado.
Al día siguiente, sólo tres hombres vinieron a trabajar temprano, incluido Alberto. Se acordó que él trabajaría en la planta superior, mientras que los otros dos resolverían los detalles en la segunda planta.
Todo sucedió muy rápidamente. Nadie sabe exactamente cómo ocurrió, pero de repente los dos albañiles oyeron gritos de terror. Ambos estaban paralizados y sus corazones latían como si quisieran liberarse y escapar. Reconocieron la voz de Alberto y, antes de que pudieran llamarle, oyeron un golpe contra el hormigón.
Alberto yacía muerto en el suelo, con los ojos muy abiertos como si hubiera visto al mismísimo diablo.
No se dijo nada una vez que las autoridades recuperaron el cuerpo, sólo un miedo silencioso y sin palabras se apoderó de los corazones de los oficiales.
La tragedia no se hizo esperar. Mientras trabajaban, otro albañil se cayó de una de las ventanas por razones inexplicables. Antes de morir, pronunció otra frase que dejó fríos a todos los presentes: “No nos quiere aquí”.
Como resultado, muchos hombres renunciaron por miedo. Sin embargo, la construcción no se detuvo hasta que el padre llevó a su hija para mostrarle cómo sería su futuro hogar.
De una manera que la lógica no podía explicar, la hija llegó al último piso de la casa. Unos minutos después, mientras su padre la buscaba frenéticamente, oyó un golpe como si hubiera caído un gran trozo de metal y carne. Su corazón lo sabía, pero no quería creerlo hasta que sus ojos lo vieran: su pequeña, su única razón de ser, estaba muerta.
Nadie quería volver a ese lugar. Solo el padre, con el corazón roto, se emborrachó en la casa de los tubos hasta que no pudo soportar más la angustia de su alma y se suicidó.
A partir de ese momento, las obras se detuvieron y abandonaron. Sin embargo, se rumorea que desde hace más de cuarenta años se observan allí pactos suicidas, muertes inexplicables y apariciones.
Eso hasta 2016, cuando se decidió demoler la casa y dar vida a una nueva estructura, acabando así con la leyenda de la Casa de los tubos.
Las historias y leyendas son mi pasatiempo, mi abuelo era una persona que contaba muchas de ellas, ahora no me acuerdo de todos, pero recuerdo haber disfrutado mucho escucharlas, aunque si debo aclarar que era muy bueno contandolas, me duele que ya no esté.
Una vez me pasó algo así, pero siento que es mas fuerte como me sucedió a mi
Estoy en monterrey donde puedo llegar a ese lugar?